8.6.10

Cuento en 5 minutos

Un tipo común y corriente escucha como una sirena de ambulancia pasa y no deja de pasar a su derecha, producto de la acústica que producen los edificios enormes de la ciudad donde vive.

El chofer de la ambulancia parece querer emular la velocidad del sonido, los repollos sobre las camillas debieron estar hace media hora en la cocina de la casa de su madre, que espera indignada por la irresponsabilidad de algunas personas que no pueden siquiera encargarse de la ensalada.

Un niño le grita órdenes en algún idioma moderno que al parecer su perro no entiende o, a lo mejor, ignora fingiendo locura mientras corre tras una especie de auto con una criatura marina fantástica cantando en su techo.

Una joven cruza un semáforo en anaranjado mientras se mira con orgullo en el retrovisor con un segundo plano de malabaristas frente al gran público motriz, la inercia le obliga a girar noventa grados su volante para evitar asesinar a un perro, consecuentemente choca con una ambulancia, que perdiendo el control atropella a un tipo común y corriente que pudo pensar en sus últimos momentos que si iba a ser atropellado, no había mejor suerte que serlo por una ambulancia.

Un indigente sentado a cien metros de distancia del accidente se conmueve profundamente al ver cómo un repollo gira con sus últimos esfuerzos hacia sus pies. El indigente que pudo haberse adentrado en una felicidad justificada, será excusado solo por esta vez de sentirse triste y temeroso, ya que hoy y solamente hoy, 21 de diciembre del 2012, un repollo con voluntad propia no es una buena noticia.