28.3.09

Tercer intento de cuento corto

¿20 años?, ¿25 años?, ¿30?, no lo sabía (divertida ironía, no había tenido tiempo para el tiempo), su única inteción era imaginarse del otro lado de la ventana, allá donde se ven esas montañas de un verdeazul opaco, el rio incoloro, las nubes perfectamente blancas y esa casa, en medio de la montaña más alta, esa casa que a lo largo de todos esos años no dejaba de expulsar ese humo en forma de raices, el humo incistente como el del fumador y sus 15000 intentos de suicidio.

¿Era una celda?, sí, lo era, pero no era como estas celdas custodiadas por policías, era una celda mucho peor, aquí nadie le bloqueaba el paso, en la ventana ni un barrote, su pequeña habitación de 7 pasos por 5 (los había contado), tenía solo una cerradura por dentro, la veía cada día, en realidad aún sin policías el prisionero era vigilado las venticuatro horas, no podía ni aún pensar sin ponerse en evidencia.

¿Pero estaba sólo?, lo estaba, estaba completamente al descubierto, desnudo ante un mundo de 7x5 pasos, una monarquía en la que el rey le servía al exclavo y todos llevaban corona, donde un voto siempre hacía la diferencia y el pueblo entero estaba condenado a una cadena perpetua.

Siguió la tradición, volvió a despertar, miró la ventana, casi quiso tocarla con la punta de sus dedos, sintió que podía hacerlo, llegó a sentir la brisa sobre el antebrazo, ya había estado cerca un par de veces pero al final venía la revolución y como en casi toda revolución más años de lo mismo, más años de estar a 5 pasos del mundo exterior, o como a él le gustaba pensar; el mundo interior. Tal vez esos 7x5 fueran todo el mundo externo, pensaba en eso hasta dormir de nuevo.

No soñaba, no podía hacerlo, una vez lo hizo, pero, ¿Qué puede soñar alguien que nunca ha visto nada fuera de su celda?, o tal vez si soñaba pero no distinguía sus sueños de la realidad, no había diferencia, talvez este momento fuera un sueño; sin embargo estaba seguro de haber soñado cuando se vio a si mismo correr hacia la casa del humo sin sentido, de esto podía estar seguro que no era real.

¿Cuántos ya? ¿40 años?, ¿50?, ¿60?, seguía igual, ¿Qué podía pasar?. Estaba condenado a vivir eternamente mirando hacia la ventana que nunca podría superar, esa ventana donde el Sol nunca dejaba de ser, donde todo estaba completamente ajeno a él, pero en el fondo, muy en el fondo, ese atardecer constante parecía ser concebido por él. De repente lo sintió, 60 años talvéz llevaba como reo y nunca lo había notado, se sentía observado, desde aquella casa, la casa del humo uniforme, habría alguien como él esperando llegar donde se encontraba, esto más que de curiosidad, lo llenó de espanto, y en lugar de atreverse a llegar donde su compañero recluso, solo trató de esconderse de este.

¿100 años? ¿200 años? ¿400 años? En realidad nadie lo sabe, el cuerpo encontrado sin vida en esa habitación es aún un misterio.

¿Qué sentido tiene un cuerpo sin vida en una habitación cerrada por dentro, sin ninguna ventana y un óleo pesimamente dibujado en la pared?

2.3.09

Soneto en Fa Sostenido

El hombre del saco cruza en la esquina donde se ubica el puesto de "frutas naranjas", lo hace cada martes 22 y este no es la excepción, se dirige sin ser sorprendido por otra cosa al puesto de periódicos, con una seña le indica al vendedor una copia del diario de color....(el que se forma cuando se mezcla el amarillo y el rosa), el hombre del saco lo toma.

El hombre del saco camina en dirección contraria al sur, se sienta en la acera de la calle menos concurrida, para no ser molestado por la gente q camina en dirección contraria a la dirección contraria al sur. Está a punto de abrir su diario cuando de pronto sin aviso previo y como de costumbre llega el mesero.

-¿Qué le puedo servir al caballero esta bella tarde?
-Mmmm...¿Qué hay para hoy?
-No hay absolutamente nada-dice el mesero con una amable sonrisa.
-Excelente ¿Cuanto le debo?
-Bueno, lo que usted quiera darme.
-Mmmmm... Me gusta la sombrilla que tiene en la mano derecha. ¿Por cuanto me la dá?
-Por tres vueltas al parque que está como muy de costumbre frente a la iglesia y al lado de la escuela.
-Trato hecho.

El hombre toma la sombrilla y antes de terminar vuelta que esta después de la primera, mira en lo más bajo de la copa de un árbol un letrero que dice:
"LE CAMBIAMOS SU VIEJA SOMBRILLA POR EL SENTIDO DE LA VIDA"

Sin pensarlo las veces que van despues de una, el hombre corre apresurado a la dirección escrita debajo de la leyenda antes mensionada, que estaba escrita en un cartel, que estaba puesto en la parte más baja de la copa de un árbol.

Corriendo en contra de las agujas del reloj el hombre encuentra a una mujer y es a esta a quién le cambia la sombrilla que le dio el mesero cuando estaba sentado en la acera a cambio de dar tres vueltas al parque que estaba frente a la iglesia y al lado de la escuela y que mientras lo hacia miró un cartel que decía que cambiaban el sentido de la vida x su vieja sombrilla. El hombre se la entregó a la mujer y esta le dijo el sentido de la vida

El hombre se encaminó esta vez hacia la dirección que no es el Sur ni el Norte y llegó a ver "El Gran Árbol", a unos cinco metros del milagro natural se sentó el hombre expectante y sin parpadear, habian pasado cerca de 3 minutos y 22 segundos cuando de la cima del árbol Dios cayó. Dios se sacudió el polvo y se levantó, un poco extrañado miró al hombre que aún yacía sentado en la grama mirando el árbol.
-¿Que miras?-dijo Dios
-Sshhhhh!!! No me distraigas-contestó el hombre, aún sin dejar de ver el árbol- estoy completamente seguro de que algo extraordinario va a suceder.
-¿Enserio?-dijo Dios mientras se sentaba a mirar el árbol.