15.10.09

Informe policial del ahora occiso

El señor Lattousse cayó muerto, esto debido a la bala que se introdujo en la parte izquierda de su cuello, la misma bala que hacía 1 hora acababa de comprar junto al arma número 38, por aquello de que uno de esos merodeadores como el que había visto la noche anterior mientras se hacía el dormido para tomarlo por sorpresa, como le había dicho su vecino que pudo haberlos atrapado de no haber sido por como ya todos sabían, el caso de el señor Buján que los había correteado durante 25 minutos hasta que otro particular que por la calle transitaba lo atropellara en plena vía pública.

El conductor pudo haberlo esquivado pero no lo hizo ya que estaba borracho por las 13 cervezas de 455ml que ingirió debido a una invitación de su primo “El Maradiaga” como se le conocía desde hace aproximadamente una semana, ya que se había ganado el premio grande de la lotería y ahora andaba invitando a diestra y siniestra a quién se le cruzara enfrente, el que le vendió el boleto ganador siempre gritaba frases como “Lleven un tiquete hoy y sean mañana tan millonarios como El Maradiaga”, cosa que nadie entendía pero no dudaban en llamar al reciente ganador “El Maradiaga”.

Resulta que El Maradiaga (al que se refería el “chancero” y no el más joven), era el jefe de la cuadrilla de “chanceros” de la ciudad donde todos estos hechos ocurren, era el quién se había encargado de poner en esa misma esquina donde el primo del borracho compró el tiquete ganador, al viejo sin un ojo que no dejaba de gritar seguramente como muestra de agradecimiento que si le compraban un boleto podrían ser tan millonarios como aquel que lo puso en esa esquina.

Resulta que en otro pueblo, donde vivía el viejo Maradiaga tuvo problemas con una mujer que le reclamaba la paternidad de su única hija, extrañamente la mentada hija era 5 años mayor que el famosísimo y aclamado Maradiaga, el verdadero padre de la joven era un zapatero manco que remendaba el calzado todavía de muchas personas, pero la mayoría ya lo hacía más por caridad que por necesidad, ya que el zapatero le había prestado años de servicio al pueblo y era una manera de devolver la cortesía a un pobre viejo que se había quedado manco debido a una mala praxis aplicada por el médico practicante que había salido hacia mucho año y medio de la de la facultad de medicina, a los otros doctores les aburría tomar los casos más fáciles que llegaban al hospital y ponían a los más nuevos ingresados a atenderlos. Uno de estos pacientes fue el zapatero (que no era manco en ese entonces), la enfermera confundió los informes e intercambió el del zapatero con diarrea al del bombero que debía ser amputado de una mano, este que fue diagnosticado con una dosis de anti diarreicos por dos semanas y nuestro querido zapatero que ahora aparte de tener diarrea ya no iba a poder limpiarse a causa del estúpido sistema de salud, el mal necesario (como le decía el padre del doctor principiante que le cortó la mano a un diarreico) a la existencia de los hospitales y de los doctores, mismo padre que obligó a su primogénito y único hijo a ser parte de este mal. El muchacho no tanto por no desilusionar a su padre sino por asegurarse una vida sin riesgos y por no sentir ninguna vocación, acepto sin protestar a las exigencias del hombre que no solo le dio la vida sino que también hizo la labor de parto por ser él como ya debemos suponer otro heredero del linaje interminable de doctores que lo precedían, así como su padre lo había sido y así como su abuelo también lo había sido y el abuelo de su abuelo lo había sido, el padre del abuelo no lo había sido porque prefería la danza artística y el baile de salón antes que llenarse la manos de sangre ajena. Volviendo al padre del joven médico cabe mencionar que falleció el mismo día del incidente con el zapatero manco, murió en un incendio y el con toda su casa y sólo él, porque su hijo estaba en el hospital y era viudo, no pudo salir a tiempo del infierno en el que se encontraba, apenas si pudo escuchar los gritos de los bomberos y una mano que se acercaba a él pero rápidamente se alejo debido al contacto con el fuego. El viejo doctor tirado en el suelo de su sala y con un ojo clínico que mantuvo hasta sus últimas pulsaciones pudo notar que de seguro esa mano tendría que ser cortada debido a las quemaduras.

El incendio tuvo origen debido a un descuido infantil como incendiar las cortinas, las mismas cortinas que su esposa había bordado hacía unos años cuando todavía su enfermedad parecía tener cura, las hizo porque decía que: “Eran mejores las pertenencias cuando de verdad pertenecían a uno mismo que era cuando uno las hacía sin necesidad de comprarlas hechas por otros que las habían hecho con el motivo de que le pertenecieran a cualquiera que estuviera dispuesto a canjearlas por plata que al fin y al cabo no le pertenecía a nadie” (tenía una enfermedad cerebral y cuando dijo la frase anterior estaba bastante avanzada, aunque si nos fijamos bien esta tan llena de sabiduría y de verdad que solo un loco podría decirla).

El jefe de la policía de cantón donde vivía la familia de doctores notó como con las ventanas del piso de arriba abiertas, sentada en el borde del marco y con las cortinas a sus espaldas totalmente cerradas, como para que nadie adentro se diera cuenta la señora madre del joven doctor se dejó ir en cuerpo y alma, en cuerpo a las verjas que la atravesaron y en alma donde van las almas de aquellos que han decidido ya no estar más con nosotros.

El mencionado policía a pesar de sus años de experiencia sirviéndole a la comunidad con la protección y que se decía había visto los peores atentados cometidos por una sociedad al borde del colapso, estaba seguro de nunca haber experimentado algo como lo que sus ojos acababan de ser testigos, estaba en shock, por un momento cayó en cuenta de lo que estaba pasando y casi corre a pedir auxilio pero no podía quitar la mirada de lo que mañana sería noticia en todo el país, no duro mucho la exclusividad del suceso, ya que en ese mismo momento iban saliendo los niños de la escuela primaria que quedaba exactamente frente a la casa de la señora, que ahora era una con la verja.

Tras gritos y gritos de los niños el oficial pudo reponerse y mantener el orden que imperaba la avenida 10, por supuesto los gritos de los niños hicieron salir a todos los vecinos y a los propietarios de la casa de la suicida. Cuando todo acabo, el oficial mientras se reponía de lo que iba a ser una imagen que le iba a durar los cuatro meses siguientes, hasta que muriera de un atragantamiento con un hueso de pollo cuando menos creía que le iba a llegar la hora de toparse con aquella señora que al menos tuvo una muerte un poco menos poco heroica que la del condecorado oficial. Mientras estaba vivo recordaba que pudo haber evitado no tanto la acción de la señora, como si el hecho de tener que presenciarlo, recordaba que en ese momento tenía que estar en su oficina haciendo labores que solamente él estaba encargado pero en lugar de eso prefirió tomarse un tiempo de ocio e ir a visitar a una de las tantas pretendientes o más bien pretendidas que existían para él en las inmediaciones de la avenida 8, avenida 10 y avenida 14, la avenida 12 estaba repleta de señoritas a las que no les hubiera importado ser pretendidas por los encantos del oficial, pero en medio de todas esas casas se encontraba la de una persona a la que el policía le tenía espanto, se trataba de la casa de Víctor Feliciano, un hombre al que la gente le tenía tanto respeto (más miedo que respeto), que nadie se atrevía a mencionarlo en voz alta, ni en voz baja siquiera, y cuando lo hacían era para recordar la historia de cuando con una bala incrustada en la parte izquierda del cuello había asesinado al señor Lattousse con su propia arma numero 38 justo una hora después de que este la compró, por aquello de que uno de esos merodeadores como el que había visto la noche anterior mientras se hacía el dormido para tomarlo por sorpresa…

“Mi padre es mi hermano gemelo… yo soy mi abuelo”

1 comentario:

Jorge dijo...

Muy bueno Erick!! Hasta ahora lo leo, tarde pero seguro.. Sin duda más bueno que el pasado, siga escribiendo mae.. Buenísimo!!