26.3.11

Esto es casi una pipa

A la novena hora la gente, cansada de llorar, salió por la puerta de la iglesia que parecía desde lejos desinflarse como un globo.
El cura, que era el único que respiraba en el santo edificio se acercó al árbol muerto que acunaba como un niño al cadáver sin estómago.

-Los muertos no son particularmente los mejores adversarios para un partido de ajedrez, pero la verdad yo tampoco soy un gran competidor- Hablaba mientras colocaba las piezas blancas que siempre dejaba al final.

-Cuando estaba vivo, le cerré la boca a varios retadores del juego real, - se levantaba pesadamente del ataúd -; ahora muerto y más de esta manera en la que el hambre se ausenta con la respiración, las probabilidades de un prematuro jaque mate ascienden como las olas.

-¿No fue la confianza quién lo hizo acabar así? - Se comportaba sarcásticamente para desconcentrar la mano del muerto en el alfil.

-¿Y no fue esa pasividad y precaución lo que lo hizo terminar a usted así? - contestaba el fallecido en respuesta retadora.

-Sí... - Contestó el predicador con un quebranto en la voz.

El "sí" fulminante rebotó entre las cuatro paredes del templo quienes fueron las únicas escuchas de este monosílabo, y únicas testigos de este pastor sin ganado, quién nuevamente pierde contra la soledad por jaque mate.

-Sí... - repitió.

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